jueves, 22 de octubre de 2009

Mi premio... La ilusión




Concluyó la temporada. Llega el momento de sentarse a solas con uno mismo y realizar ese balance mental tan necesario y repasar las cosas positivas y negativas que han ocurrido a lo largo de la temporada más dura y, a la vez, más enriquecedora de mi carrera. Esa en la que gané y perdí cosas muy importantes en todos los sentidos. Esa en la que el toro me recordó lo vacío que me siento cuando no lo tengo cerca. Esa en la que comprendí el verdadero sentido de disfrutar en la cara del animal, de sentirme torero cada vez que hago el paseíllo. Esa en la que descubrí que para soñar conviene no dormirse...



Por eso quiero hacer balance con vosotros, que habéis permanecido fieles a este cuaderno de bitácora tan particular, y dejar un par de pinceladas de las veces que me he vestido de luces esta campaña, porque he sentido cosas muy especiales tanto al pisar los alberos como al encontrarme de nuevo con vosotros a través de vuestros comentarios. Gracias una vez más por estar ahí.



Todo comenzó en Ciudad Rodrigo, allá por el mes de febrero, con un festival con el que ya es casi tradicional que comience mi temporada. Había pasado un invierno duro y necesitaba recordar la plenitud de pegar un natural bueno. Afortunadamente, no sólo pegué alguno bueno, sino que me sentí muy a gusto con el toro de Sayalero.

Desde entonces y hasta final de temporada, he visto cómo mi esfuerzo y mi trabajo diarios iban teniendo recompensa. En Valdemoro volví a tener sensaciones de torero, de necesidad por estar en la cara del toro, y se fueron acrecentando con los triunfos y con la actuación de Madrid, creo que la más sólida de todas cuantas he protagonizado en esa plaza.

Pasé también por el duro trance de perder a Juan Luis, un amigo y un compañero pero, sobre todo, un tío que siempre creyó en mí y al que no voy a defraudar.

Abrimos el mercado peruano con el triunfo grande en Chota y ese Escapulario de Oro que me traje a España. Y los triunfos en Salvaleón, Navalcán, Almoharín, Gálvez, Soto del Real...

En Cuéllar la espada me hizo perder una puerta grande y le perdí un poco el sitio a los aceros, lo que me perjudicó en Salamanca. La primera tarde pudo ser de cuatro orejas y los pinchazos dejaron el premio en dos, pero la tarde de Montalvo fue especial. Y siempre recordaré esa faena a Notable, en la que me pude abandonar y dejar que fluyese el toreo con naturalidad, más por necesidad de expresión que por necesidad de triunfo.

También fue bonito el colofón, con varias figuras retiradas en el cartel y otro animal de Montalvo para cuajar una gran faena, para sentir cosas distintas, para mostrar que el camino elegido es el correcto.

Y ahora, a esperar con ansia que llegue la próxima temporada, compartiendo de nuevo mis impresiones con vosotros después de descubrir que el verdadero triunfo, el que lleva consigo todos los demás, es el de la ilusión, el arma que me llevará, como hasta ahora, a la meta marada. Allí os espero. Como siempre...